miércoles, enero 18, 2006

¿santo o reverendo? (ensayo)

Cerca del 8 de octubre me levanté sobresaltado por el volumen de la televisión, mis papás (¿se dice así?) mirando nuevamente a las 12 del mediodía, a máximo volumen (aclaro), el aparato no tan cuadrado, ¡maldita costumbre! Quejándome por la hora, ¿era tarde no? Y cambiándome lentamente me acerqué a la estupidizadora y pude ver a un grupo bastante amplio de mujeres marchando por el centro de la ciudad marplatense. El espectáculo era increíble, un ring de boxeo no tan cuadrado como los de costumbre. Por un lado, miles de mujeres con carteles en alto peleando por la legalización del aborto, por el otro, varios, digamos menos de 100 jueces de la existencia ajena, parados rígidamente (y no eran estatuas vivientes de las que se le dejan monedas para que empiecen con la pantomima) con crucifijos colgando y carteles en los que se podía leer: “sí a la vida, no al aborto”.

Un poco enojado con los señores de la segunda esquina, decidí ocupar mi tarde sentado en la silla de la computadora investigando acerca de este extraño, inusual, poco habitual acto, jugando, como me gusta a mí, el rol del árbitro. La primera afirmación que les cuestioné a los “jueces” fue: ¿Sí a la vida? Según los reverendos (curas) el aborto no es sólo una práctica indeseada por Dios (veamos primero la creencia de cada ciudadano, ¿no les parece?) sino también el asesinato de un ser vivo. Actualmente en el mundo existen tres instituciones principales (Instituto de Estudios de Población, Instituto de la Familia Católica y los Derechos Humanos, y Vida Humana Internacional) que se encargan de enjuiciar a las personas integrantes de fundaciones, que colaboran con las mujeres que tienen riesgos de morir durante el aborto o luego del mismo, como “falsas católicas y proveedoras de abortos”. ¿NO les parecen un poco apresuradas sus conclusiones? Si nos introducimos un poco más en el tema, podemos observar la existencia de no sólo organizaciones en contra del aborto sino también, como la FNUAP (Fondo de Población de las Naciones Unidas), fuentes de financiación a gobiernos y organizaciones no gubernamentales para programas de salud materna y planificación familiar. Estas organizaciones se encargan de cuidar a aquellas mujeres que sufren a causa de los abortos inseguros, los cuales provocan la muerte de más de 78 mil mujeres por año en el mundo. Si nos situamos en la primera esquina del ring, no tan cuadrado sino más bien rectangular (todo cuadrado es rectángulo pero no todo rectángulo es cuadrado), nos encontramos en un gran laberinto, un laberinto un tanto complicado. Cuando llegamos a la entrada y ya abonamos el pase superior a los diez pesos, debemos elegir el camino a seguir. De todas maneras nunca sabemos cuál es el correcto, elegimos el erróneo, volvemos a pagar la entrada y todo comienza de nuevo: elegimos otro camino y los otros quedan con nuestras huellas y con nuestro dinero tirado por ahí. Podemos decir que ese comienzo de travesía se nos complica aún más cuando pensamos en la circunstancia en la que se encuentra la mujer. Uno de los ejemplos es una chica menor de edad que queda embarazada, la cual todavía no está preparada psicológicamente para criar a un bebé. Este hecho modificaría su vida drásticamente y tendría que dejar de estudiar, conseguir un trabajo digno para la manutención del bebé y arriesgarse, además, a educarlo sola sin la ayuda de un padre. Una de las opciones que tiene esta mujer es el aborto. ¿Le decimos sí a la vida y no al aborto?

¿Qué sucede cuando la mujer tiene el riesgo de morir luego de dar a luz? ¿Sí a la vida, sí a la muerte? ¿Uno por uno? ¿Dos por cero?

Retomemos el caso de la menor embarazada. Habla con sus padres, todos están de acuerdo en realizar el aborto. ¿Pero? Sin embargo deben concurrir no a un hospital, sino a un médico, o mejor dicho, “supuesto” médico . Luego de la operación (prefiero llamarlo así) puede producirse una infección de la cual, obviamente, el médico o doctor (está mal dicho, ya que doctor no es el que atiende pacientes enfermos sino quien obtuvo un título de doctorado) no se hará cargo. En América Latina, aproximadamente, más de 20 millones de mujeres concurren en carácter de urgencia a hospitales por inconvenientes post-aborto, caso común es el de la mala higiene y no sanitización de las herramientas o elementos utilizados. En el caso hipotético de la legalización del aborto, la persona que lo practique no correrá riesgos de muerte o de infección. Una mujer tiene la posibilidad de concurrir a un hospital para hacerlo y salir con vida de esta operación ya que los médicos que la realizan son calificados y tienen las herramientas adecuadas en condiciones aptas. Actualmente se ha generado un comercio ilegal de no profesionales que aprovechan la situación para ganar la mayor cantidad de dinero posible. Por lo tanto, en el caso de legalizarlo, no existirían estos individuos pertenecientes al jurado de la pelea.
¿NO sería un bien para todos? ¿NO sería bueno un control medido de esta ley? ¿NO sería bueno dejar de ser tan conservadores?

Señores de los crucifijos: ¿Podrían decirme ustedes que harían en el caso de una mujer que queda embarazada por una violación? ¿Rezamos? ¿O buscamos una solución?

No voy a decir que ésta es la pregunta del millón porque me parece demasiado vulgar para este ensayo, aunque todavía no aprendí bien que significa el termino V-U-L- G-A-R. Si alguien me lo puedo explicar se lo agradezco. ¿La actitud de la Iglesia es vulgar? ¡NO! Ya encontré la palabra indicada, ¿no es contradictoria? Como institución presenta muchas contradicciones y una de ellas es decir “Sí a la vida” mientras que en su notable historia se registran miles de asesinatos a pueblerinos que no cumplían con las tan preciadas normas del edificio con símbolos y brillantes de oro llamada Iglesia, donde viven ciertos hombrecitos de estatura mediana, calvos, que pretenden gobernar con canciones absurdas (sin ofender). ¿La conocen?

¡Suficiente! Por lo tanto, voy abandonando este delirio de ideas mezcladas.


A lo largo de esta exposición dejo en claro mi postura frente al tópico en cuestión. Por lo tanto, me considero frente a los ojos de ustedes (señores), un hereje. El fuego está listo y la función recién comienza. El laberinto se cierra y ya no tengo otro camino que elegir. La pelea llega a su último round, sin embargo los resultados no son modificados y ninguna mujer en bikini lleva un cartel en alto. Las esquinas ya cansadas en ese ring no tan cuadrado, más bien rectangular, bordeadas por cintas rojas y negras que se mueven a lo largo de una calle marplatense. Los gritos y los bombos no paran de sonar. La estupidizadora está ahí y yo, uno más de la multitud, les grito en la cara a los jueces de la existencia ajena. Entonces ahora, que ya me conocen, pueden juzgarme: ¿Santo o Reverendo?

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Me encantó..
Cuidate
viC

Anónimo dijo...

Este fue un buen artículo para leer, gracias por compartirlo.

Anónimo dijo...

I have to admit that i generally get bored to read the entire thing however i think you can add some value. Bravo !

Anónimo dijo...

Gracias por publicar esto, fue muy útil y le dijo a una gran cantidad